Artículo escrito por: Licenciada Nancy Marchán – Psicólogo
En líneas generales, contamos con información acerca de la importancia de cuidar nuestra salud física. De hecho, hemos escuchado en muchas oportunidades que debemos cuidar nuestra alimentación, las horas de sueño, cumplir el tratamiento médico que nos indican en caso de alguna enfermedad o condición médica, regular o evitar el consumo de alcohol y
tabaco, así como también evitar el consumo de drogas. Incluso, es bien conocido para nosotros que la práctica del ejercicio físico es beneficioso para nuestra salud.
Cuando hacemos que estos hábitos saludables formen parte de nuestro estilo de vida, cuidamos nuestra salud física y abonamos terreno para trabajar en nuestra salud mental. Sin embargo, esto no es suficiente. Hay que desarrollar y poner en práctica, estrategias centradas en la gestión adecuada de las emociones y el manejo de nuestros pensamientos y acciones.
Y entonces, ¿qué puedes hacer para cuidar tu Salud Mental?:
- Practica alguna actividad que sea placentera para ti. Has algo que te guste, y en lo que sientas que puedes tener un tiempo de disfrute. Pinta, baila, canta, lee, escucha música, ten conversaciones de temas agradables con alguien que estimes o juega con tu mascota. Lo importante es que tengas la oportunidad de realizar actividades de tu agrado que generen emociones como la alegría.
2. Alimenta tus redes de apoyo social. No te aísles, conversa con tu familia y tus amigos. Genera espacios y momentos de interacción con otros en los que puedas reír, llorar, conversar. Aprovecha la tecnología para hacer una llamada a tus seres queridos. Si puedes hacerlo por video-llamada sería mejor, ya que poder ver a quienes aprecias y quieres alegrarse por conversar contigo, ver sus expresiones y sus gestos puede hacerte sentir más cerca de ellos. Debes saber que el apoyo social es un protector de la salud mental.
3. Identifica los estresores y busca soluciones. Evalúa aquellos elementos que consideras que te cargan de responsabilidades y organiza cómo las puedes resolver en función de los recursos que tienes. Revisa qué puedes hacer con cada elemento para resolverlo, con quién te puedes apoyar, qué información necesitas, cómo la puedes obtener, cómo has resuelto situaciones similares en el pasado. Lo importante es que te orientes a resolver y no evites afrontar las situaciones, ya que con el tiempo los problemas se tornan más complejos si no los resolvemos a tiempo.
4. Escucha tu cuerpo. No poder dormir, no querer comer o comer demasiado, no querer hacer nada, llorar constantemente o estar sensible con las ganas de llorar “a flor de piel”, sentirse ansioso sin saber por qué, estar molesto e irritable con la gente la mayor parte del tiempo con ganas de pelear o gritar, sentir que no te puedes concentrar, que ya no eres el mismo de siempre, que no rindes en el trabajo, sentirte diferente con tu familia y tus amigos, todas estas son señales que deben prenderte las alarmas de que algo no está bien. Reconoce que te está sucediendo algo, aunque no sepas qué. Acepta que necesitas ayuda, aunque sea difícil para ti.
5. Habla con alguien sobre lo que te sucede, necesitas ser escuchado. Identifica a alguien de tu entorno social que pueda ayudarte. Sentir que alguien te escucha puede aliviar la tensión que tienes en un momento difícil.
6. Cuida tus pensamientos. Muchas veces tenemos sesgos o errores en la interpretación de lo que nos sucede y nos vamos a los extremos. Por ejemplo, pensar que todo está mal, que no sirves para nada, que no eres lo suficientemente bueno, que nadie se interesa por ti, que nadie te quiere, que te va a ir mal con un examen, percibir que lo que te pasa es muy grave y es imposible que puedas hacer algo, tiende a desmotivarte a la acción. Identifica este tipo de pensamientos e intenta tener un pensamiento más realista y flexible. Piensa qué le dirías a un amigo si estuviera pasando por una situación como la tuya, solemos ser muy exigentes con nosotros mismos y hay casos en los que incluso podemos maltratarnos emocionalmente. Son este tipo de pensamientos los que afectan negativamente tus emociones y por supuesto tu autoestima. Así como las redes de apoyo social son protectores de la salud mental la autoestima también tiene esta función.
7. Sé compasivo contigo. Puedes equivocarte, puedes tener un mal momento durante una crisis, no tienes que ser perfecto, puedes tener fallas y aunque sean graves, pueden manejarse para afrontar lo que te sucede de la mejor manera posible. Eso no te hace una persona débil. Reconocer que debes mejorar y que necesitas ayuda, es unsigno de madurez emocional.
8. Busca ayuda si te sientes agobiado y asiste con un profesional de la salud mental que te pueda orientar en lo que te está sucediendo. Los síntomas de ansiedad, depresión, el estrés o los problemas de pareja, pueden trabajarse en terapia en procura de mejorar la manera cómo te sientes para tu bienestar. Puedo ayudarte en este proceso.